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León de Montecristo Autor de "El último rey" |
Tuve mi
primer acercamiento a CAPRIANA hace un par de años, poco después de conocer a
su autora, con la que coincidimos en un lanzamiento literario. Había escuchado
de su novela por boca de un amigo, pero solo entonces tuve el impulso de
sumergirme en sus páginas. Y me llevé una grata sorpresa al hacerlo.
Desde el
primer momento me di cuenta que CAPRIANA, LA HIJA DE AZULIA (primer libro de
esta saga) era un libro diferente. No solo por la circunstancia de que su
protagonista fuese una mujer, un hecho que no es inaudito pero que, siendo poco
habitual en la literatura fantástica en general, es particularmente raro en
Chile; ni por el notorio hecho de que la autora se haya alejado de la corriente
imperante —asidua a las novelas río tan en boga en el género hoy en día—, al
presentarnos deliberadamente una única visión: la de su protagonista, de modo
que el lector solo sabe de los personajes que entran o salen de escena en la
medida que Capriana tiene noticias de ellos, agregando un sutil toque de
realismo a la obra. Esos elementos distinguen esta saga, es cierto, pero lo que
realmente hace diferente esta novela (y su continuación) de las demás es la
maravillosa forma en que aborda la fantasía épica, un género raramente escrito
en Chile y denostado en forma injusta por un sector de la crítica literaria
nacional, incluso dentro de la corriente fantástica.
Pero ¿qué
tienen de especial estas novelas de Catalina Salem que le han valido una
fidelidad irrestricta por parte de sus lectores? Pues bien, el elemento épico
aquí está dado por un inusual viaje del héroe —heroína en este caso—, que no
necesita abusar del recurso macabro y sangriento tan usado en la fantasía épica
de hoy para ganar la atención de los lectores. El viaje de Capriana, aunque
físico y lleno de aventuras, se produce de manera mucho más intensa en su
interior. Catalina Salem no ha confundido el término «épico» con «guerra» —aunque
está presente en la novela—, palabras que en caso algunos son sinónimos, aunque
tengan puntos en común. Basta recordar el sentido último de la palabra «épica»,
referido a los cantos o poemas de la antigüedad que narraban, originalmente en
forma oral, las leyendas fabulosas sobre dioses, héroes y antepasados ilustres
de una comunidad humana, pero que simbólicamente representan la superación de
nuestros propios obstáculos a lo largo de la vida. Y la vida está llena de
sucesos extraordinarios que solo pueden vivirse en la intimidad de lo
cotidiano. En este sentido, CAPRIANA es capaz de provocar tensión y emociones
en el lector sin, necesariamente, desenvainar una espada, y eso es un mérito
que habla de la habilidad literaria de su autora y de la originalidad de su
propuesta.
Todos
estos elementos se repiten en esta nueva entrega. CAPRIANA, EL TEMPLE DE
MONTERDAL, que agrega, eso sí, cierto elemento bélico, pero mayormente para
destacar el crecimiento de la protagonista. Las vivencias —dramáticas por momentos—
que va viviendo Capriana, dejan marcas en ella, consolidan su carácter y la
ayudan a observar el mundo que la rodea, y sus problemas, con una nueva
perspectiva, de modo que la muchacha que el lector conocerá al finalizar esta
segunda entrega será muy distinta de la inocente niña que abandonó su hogar al
comenzar el primer libro.
En favor de Catalina Salem,
hemos de decir además que la claridad de su prosa hace que el lector se vea
transportado de inmediato a parajes ancestrales y primigenios, a épocas y
lugares que permiten un agradable escape. Las descripciones de la autora tienen
la nitidez y la visión privilegiada de quien sí ha vivido en los ambientes
patagónicos del fin del mundo, empapándose de ellos de un modo que jamás podrá
comprender quien solo ha escuchado de esos lugares o los ha contemplado a
través del registro fotográfico. Aquello queda de manifiesto en las páginas
surgidas de su pluma, permitiendo a quien las lea, literalmente, vivir los
paisajes australes. Hoy, que me ha tocado el honor (y el agrado) de ser uno de
los presentadores de esta nueva entrega de CAPRIANA, yo les
invito —no, los conmino urgentemente— a leerla. Será el comienzo de un viaje
inolvidable.
***
Prólogo para "Capriana: El temple de Monterdal"
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