Las Mujeres y la Fantasía Épica II

Siguiendo con las entradas tituladas "Las mujeres y la fantasía épica", en esta segunda oportunidad, quisiera compartir con ustedes las cualidades de Eähsel, una de las protagonistas de "El último rey", del escritor nacional León de Montecristo, con quien tuve el privilegio de participar en el evento publicado en este blog "Fantasía épica chilena: Lecturas cruzadas".



"El último rey" de León de Montecristo


Eähsel Avinnicia es una muchacha dulce y amante de los libros, a quien le gusta escabullirse con su hermana Kehriën por los pasillos prohibidos del palacio de su padre, Kassaldar, rey de Belsor y de todos los reinos humanos. Su vida es apacible y alegre, privilegiada por un amor familiar incondicional, que le da seguridad y estabilidad.

No obstante, los tiempos en la tierra de la Mancomunidad están por cambiar. La repentina irrupción de un dragón agonizante en uno de los salones del palacio, hacen que el mundo de Eähsel comience a desmoronarse poco a poco.

En un ambiente lleno de intrigas y conspiraciones, el rey Kassaldar es inducido a abandonar Belsor para enfrentar el peligro que acecha al otro lado de las montañas de Ethrän; la reina, Daranaë queda como regente.

No obstante, las ambiciones de los hombres poderosos que quedan en la ciudad, pronto van tejiendo nuevos planes destinados a asegurar sus propios intereses. El rey Kassaldar no tiene hijo varón alguno, y la necesidad de unir en matrimonio a su hija mayor, se hace perentoria.

Los planes de los conjurados caen rápidamente, pero a un costo muy alto para la familia real: Kehriën decide huir, y su madre queda psicológicamente inhabilitada para ejercer la regencia. Es entonces Eähsel la llamada a sentarse en el trono de su padre.   

La transformación de la dulce princesa en reina es, entonces, vertiginosa. Eähsel se convierte en una estratega sin parangón, con un carácter autoritario y una inteligencia aguda que hace rememorar inmediatamente a Kargarlaón el Terrible, padre de Kassaldar y abuelo de Eähsel, la joven Suprema.

Eähsel se convierte así en una mujer forjada por las circunstancias, una mujer que debe desafiar los prejuicios de su condición y dejar rápidamente atrás a la niña que alguna vez fue. Y para ello, ella misma se exige renunciar a los aspectos más débiles de su sexo: esa aparente fragilidad de la cual, en todo caso, se vale más de una vez para vencer a sus enemigos.

El amor, la maternidad, todo aquello que naturalmente se inclina hacia la femineidad, es superado por el deseo de Eähsel de proteger, salvaguardar a aquellos que dependen de ella y que están bajo su autoridad.   

Y esta es, en mi opinión, una cualidad propiamente femenina. Eähsel no hace las renuncias que hace por simple predilección al poder. Lo hace por el sentido de familia, por poner las cosas en orden, lo hace por la paz.

¿Por qué una mujer como Eähsel asume el poder?

Porque es lo correcto a hacer; porque es lo que hay que hacer; porque es un deber con el cual hay que cumplir, y los deberes se cumplen. 


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